domingo, 9 de mayo de 2010

EL NIÑO HIPERACTIVO

TODOS LOS NIÑOS HIPERACTIVOS SON IGUALES!!!

Colocar bajo un mismo concepto el comportamiento de un niño hiperactivo sería un error. Los pequeños se muestran revoltosos y suele ser toda una odisea calmarlos, sin embargo dicha conducta varía en su frecuencia e incluso sus causas podrían ser muchas.
Los padres buscan en los especialistas respuestas a sus problemas. De este modo, tanto neurólogos, pediatras, psicólogos y educadores unen sus conocimientos para entender el origen de este comportamiento infantil
Es necesario conocer el estado clínico del menor antes de otorgar un tratamiento. Eso significa evaluar el presente y atender a las anomalías observadas.
Asimismo en el área intelectual si es necesario conocer los antecedentes académicos del niño y también los actuales. Las calificaciones serán un termómetro orientador, pero no debemos olvidar los aspectos positivos también registrados en años anteriores
Otro factor relevante es el biológico. En él, los médicos detectan a través de exámenes si existen anomalías congénitas, algún trastorno neurológico o síntomas orgánicos que nos conduzcan a las causas.
Finalmente el aspecto familiar podría ser el responsable de una conducta hiperactiva. Se deben analizar las relaciones entre los padres y el niño, la crianza (disciplina, valores, afecto), asimismo la ubicación de la vivienda, la calidad de vida e incluso si el tamaño de la casa es determinante.

NIÑOS HIPERACTIVOS EN LA ESCUELA



La escuela es un medio eficaz para determinar el origen de la hiperactividad infantil. Todo reside en el comportamiento de las propias educadoras respecto a los pequeños , sus conceptos sobre el niño, y es igualmente importante la organización dentro del plantel.
Consideremos el acercamiento entre maestra y alumno: ¿Cómo reacciona la profesora ante una mala actitud en el niño? ¿En qué consisten las normas establecidas durante las clases?.
La idea en este análisis es conocer si el resultado está siendo favorable o no para el niño. Si existe una figura de autoridad en la escuela, o por el contrario notamos maestros demasiado condescendientes, o sin capacitación especial para tratar con niños hiperactivos.
Por otro lado la evaluación psicológica culminará recogiendo los comentarios de padres, maestros, personas cercanas al menor y también del propio niño.

¿Hay que consultar un psiquiatra?


Los niños son, por naturaleza, seres inquietos, en constante actividad, que tienen que aprender a moderar sus impulsos, estar tranquilos cuando les corresponde y respetar una serie de normas sociales en casa, el colegio y la calle. Sin embargo, a veces esa inquietud es excesiva y se comprueba la existencia del denominado “trastorno por déficit de atención e hiperactividad”.
Se estima que un 2-5% de los niños en edad escolar son hiperactivos, siendo más los niños que las niñas quienes sufren este trastorno. Los padres llegan a la consulta de Psiquiatría Infantil o Psicología desesperados, refiriendo que “mi hijo no para quieto”, “sé que los niños suelen ser revoltosos, pero éste me deja sin energía, es un maleducado y un agresivo”, “no sé qué hacer, mi hijo no es malo sino muy nervioso, y otros padres me miran como si pensaran que a mi niño lo que le hace falta es una cachetada bien dada”. Cuentan que su hijo es rebelde, muy travieso, está siempre inquieto y con frecuencia se muestra agresivo. Tiene problemas para relacionarse con sus compañeros y frecuentemente se ve abocado al fracaso escolar. No es un simple niño travieso y revoltoso. Si ese trastorno no se corrige, de adultos tiene problemas en sus relaciones de pareja y su vida laboral y social.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad no tiene una causa clara, aunque se le ha atribuido una etiología de lo más variopinta. Como síntomas básicos presenta la falta de atención, la impulsividad y la actividad exagerada (hiperactividad). Esto se acompaña de inquietud, de manera que no para de moverse en el asiento, se levanta continuamente de él, corre y salta en situaciones inapropiadas, no juega tranquilamente, presenta verborrea, responde antes de que se finalice la pregunta, no es capaz de guardar el turno en actividades de grupo, interrumpe a otros en los juegos, conversaciones y situaciones en las que se debe respetar el turno de palabra o acción, no presta atención a los detalles, no sigue las instrucciones que se le da en casa o en el colegio, evita tareas que requieran un esfuerzo continuado, olvida y pierde cosas necesarias para su actividad, se distrae con suma facilidad y es bastante olvidadizo. Se opone por sistema a lo que sus padres y otras personas le digan, tiene discusiones, rabietas, enfados, se niega a cumplir normas, presenta un alto riesgo de consumo de drogas, le suele costar trabajo conciliar el sueño y mantenerlo, etc.Los niños hiperactivos tienen a veces otros trastornos asociados, como trastornos de conducta, afectivos o de ansiedad, síndrome de Tourette, etc.
El diagnóstico de este trastorno es difícil de establecer y debe hacerse por un psiquiatra infantil o un psicólogo experto en él, que puedan realizar un correcto reconocimiento y tratamiento del mismo. Para poder diagnosticar una hiperactividad infantil es preciso observar la conducta del niño, tener en cuenta la información aportada por los padres, los maestros y otras personas que tengan contacto con él, evaluar una serie de características típicas de este trastorno, etc. Se pueden usar escalas de evaluación de la conducta como complemento a la entrevista que se hace para determinar si el niño es o no hiperactivo, así como entrevistas con el propio niño, sus padres, cuidadores y personas cercanas.
¿Tiene tratamiento? Sí. Un buen tratamiento les ayuda a controlar los síntomas básicos de este trastorno, les facilita el aprendizaje en la escuela y las relaciones sociales, evita que aparezcan otros síntomas asociados y favorece el pronóstico de estos niños. Se basa fundamentalmente en asesorar exhaustivamente a los padres acerca de la hiperactividad de su hijo,así como a los profesores que le atienden. Esto se combina con terapia farmacológica y psicopedagógica. En cuanto al fármaco, en Estados Unidos se suele emplear el Metilfenidato (Ritalin) aunque en España no es ta frecuente, existiendo controversia sobre si es adecuado o no su uso. Éste logra un aumento de la capacidad de atención y concentración, disminuye la hiperactividad y movilidad del niño, así como su agrevisivad. Como efecto secundario se presenta a veces una falta de apetito y sueño, náuseas, fatiga, sequedad de boca y molestias digestivas, entre otros. Respecto a la terapia psicopedagógica, se examinan las necesidades académicas y conductuales, para poder proponer una serie de medidas encaminadas a limitar y eliminar los síntomas principales de la hiperactividad y mejorar el rendimiento escolar y las relaciones interpersonales. Lo más eficaz es la combinación del asesoramiento y la terapia psicopedagógica, estando discutida la inclusión de la terapia farmacológica.

¿Es tu hijo hiperactivo?


En ocasiones, el exceso de actividad de un niño es consecuencia del ritmo de vida actual y no de un trastorno. Pero si tu hijo es inquieto, incapaz de permanecer tranquilo un solo instante, no presta atención y se distrae con facilidad, es posible que sea hiperactivo.
Hay que diferenciar los niños movidos de los hiperactivos, aunque ambos son muy inquietos la principal diferencia radica en que los niños movidos son capaces de estarse quietos si les interesa de verdad y los hiperactivos presentan falta o dificultad de concentración y de atención, por eso muchas veces se detecta cuando empiezan a ir al colegio.
La hiperactividad surge entre los 2 y los 6 años y generalmente desaparece en la adolescencia. Hay diferentes grados y los casos más leves pueden pasar inadvertidos.


Síntomas de la hiperactividad
Los principales síntomas asociados a la hiperactividad se pueden resumir en:


Falta de atención: el niño es incapaz de realizar la misma tarea durante mucho tiempo y tiene dificultad para concentrarse lo que le provoca un retraso en el rendimiento escolar. Quiere cambiar de actividad constantemente, tiene mala memoria, sufre descuidos con facilidad, y tiene problemas para organizarse. Se distrae cuando juega o realiza cualquier actividad y su falta de atención le lleva a no escuchar cuando se le habla.


Actividad excesiva: el niño hiperactivo no para quieto ni un momento, dándole igual el lugar en el que se encuentre (en casa, en el colegio, en el parque, en el restaurante, en casa de un amigo…) hasta que al final del día acaba rendido de agotamiento. A menudo las rabietas surgen en los momentos menos oportunos y no tienen finalidad alguna.


Impulsividad: el niño hiperactivo no tiene paciencia, es impulsivo, actúa con rapidez y desea realizar las cosas en ese mismo instante cambiando de actividades constantemente


Autocontrol: la falta de control es otra característica de los hiperactivos. No controla sus impulsos ni sus emociones. Le cuesta acatar las normas y tiene problemas para diferenciar lo que está bien de lo que está mal no siendo capaz de analizar lo que está haciendo.


Descartar el estrés
Cada vez es más habitual encontrar niños que sufren de estrés debido al ritmo de vida tan acelerado de los padres y al exceso de actividades que se le exigen o se le programan. También la causa puede hallarse en una situación inusual como puede ser un cambio de domicilio, una pelea, la separación de los padres, etcétera.
Como respuesta a una situación de estrés, el niño puede volverse violento, rabioso y destructivo. Pero sobretodo hay que vigilar que el niño no presente falta de atención que es una de las señales que identifican la hiperactividad. Al igual que los adultos, el niño puede sufrir ansiedad, dolores de cabeza y de barriga, depresiones, manos sudorosas e inquietud, como algunos de los síntomas causados por el estrés.


Consejos prácticos
Desde el ámbito más próximo del niño (en casa, en el colegio o en el entorno social más cercano –amigos, familia…-), se pueden poner en práctica algunas técnicas que le beneficiarán y ayudarán al niño a que aprenda a controlar su comportamiento y a pensar por sí mismo para gozar así de un mayor autocontrol.
Vivir en armonía: es importante que en casa reine la paz y la tranquilidad, que no haya signos de estrés y que los horarios de las actividades, comidas, dormir… estén bien establecidos para contagiar al niño de un ritmo de vida bien organizado y estructurado. Para cualquier cambio importante en la vida familiar se deberá preparar al niño con antelación para que le afecte lo menos posible.
Respeto: es vital que haya respeto entre todos los miembros de la familia si queremos que el niño también respete a los padres. Norma vital si se quiere modificar su conducta.
Frenar las conductas inapropiadas: decirle que su comportamiento está mal explicándole los motivos y ofreciendo una actuación alternativa es la mejor manera. Las malas conductas no deben formar parte de la normalidad, y se ha de reprender al niño. Debes intentar que el niño entienda que toda actuación inapropiada tiene una consecuencia que a él no le gusta como menos rato de televisión o de ordenador al día, puedes probar trucos como el “tiempo de pensar” ( déjalo entre 2 y 5 minutos, según su edad, en un sitio seguro y aburrido de la casa) o utiliza el sistema de puntos (si consigue un numero que determinado de puntos obtendrá algo que quiera de veras y dale o quítale puntos según su comportamiento), con estos trucos el niño acabará entendiendo que su mal comportamiento le repercute.
Felicitar el buen comportamiento: es vital elogiar su actitud cada vez que se porte o haga algo bien, aunque sea estar un buen rato sentado y tranquilo. Sirven los besos, las caricias, los abrazos o cualquier otra muestra de cariño, a veces una sonrisa basta para estimularle a que siga comportándose bien. Con los elogios el niño comprenderá que llama más la atención cuando se porta o hace las cosas bien.
Estar juntos: dedicarles la máxima atención posible, jugando y compartiendo tiempo de calidad de forma diaria y constante.
Observarle: conocer qué cosas le interesan más o cuales acaparan su atención durante más tiempo, será interesante y será de gran ayuda para conseguir momentos de tranquilidad en situaciones determinadas.
Igualdad: a un niño hiperactivo se le deberá tratar como a cualquier otro niño, esta actitud es necesaria si queremos que el día de mañana esté preparado para desenvolverse por sí solo. Así que no tendrá sobreprotección de los padres y deberá realizar las tareas de casa recomendadas para su edad o desarrollo, los deberes del colegio, etcétera, felicitándole siempre que lo haga bien y ayudándole cuando se equivoque.
Actividad: es bueno que los niños se desahoguen jugando en el parque, sobretodo los hiperactivos, donde pueden correr y moverse todo lo que quieran y gastar toda esa energía que tienen.
La hiperactividad puede causar fracaso escolar, frustración, conducta agresiva y depresión, por ello es importante detectarla cuanto antes. Es importante que lleves a tu hijo al pediatra si observas los signos mencionados. Él te hará preguntas o bien tendrás que rellenar algún test o formulario para averiguar si efectivamente se trata de hiperactividad. En ese caso, te derivará al psicólogo, que intentará descubrir las causas y grado de la enfermedad para determinar el tratamiento, que puede ir desde técnicas para modificar la conducta, en los casos más leves, hasta tratamientos farmacológicos en los más graves.

Cómo enfrentar a un niño hiperactivo en el hogar


Los niños hiperactivos son aquellos que desarrollan una intensa actividad motora, comienzan tareas y actividades sin terminarlas y van de un lado para otro sin un objetivo claro. El control que tenemos de ellos en lugares ajenos al hogar es tremendamente difícil, ya que frente a ambientes desconocidos aumentan su hiperactividad, ya que existe alta atención a sus actitudes. Por esta razón las condiciones que tengamos en el hogar y el control familiar en la casa es fundamental para su comportamiento a futuro.
Nicolás siempre que va de visita con sus padres a la casa de sus primos, marca su presencia. Corre de un lado para otro, saca de su lugar los adornos decorativos y revisa cada rincón de la casa como si fuera la propia. Nicolás tiene 5 años y desde hace un año atrás fue diagnosticado como hiperactivo. Sus padres lo tratan con terapia psicológica y medicamentos, pero aún no logran mejorar su comportamiento cuando salen de la casa.
La ansiedad de los papás de Nicolás cada vez que salen se transmite al pequeño este factor aumenta las revoluciones de su hijo. Entonces, podemos concluir que el trabajo con un niño hiperactivo parte desde el comportamiento de los padres y de las condiciones que podemos generar en nuestro hogar.
El ambiente adecuado para un niño hiperactivo se basa en la triada estructura, límites y disciplina. Partir por definir horarios para actividades cotidianas es fundamental. La hora de juegos, sueño, labores escolares, comidas, etc. debe estar muy definida para los niños hiperactivos. Y es en el cumplimiento de estos horarios en que los papás deben estar pendientes.
Es importante desarrollar la conciencia de horarios. Si nuestro hijo no quiere irse a dormir y quiere ver sus monitos favoritos en la tele, una buena solución es grabar los dibujos y luego verlos en el horario establecido para ello. Si se retrasa al levantarse para ir al jardín, levantarlo una hora antes de lo normal, así el pequeño tomará conciencia que la demora afecta en menos horas de sueño y que tiene un costo.
También hay que tratar el tema de los tiempos “muertos”. La espera de atención médica puede ser una situación de gran ansiedad en los padres de niños hiperactivos. Podemos enfrentar la espera llevando actividades a desarrollar por el pequeño mientras esperamos la atención: lápices y cuaderno para dibujar.
Los papás de Nicolás manejan un esquema horario en su cuarto, donde definen tareas diarias para el pequeño y se turnan para asumir el cumplimiento de estas. Por las mañanas la mamá del pequeño queda a cargo y al regreso del jardín, el papá asume la coordinación de las actividades.

MI COMIC HIPERACTIVO


Uno de mis personajes de cómic favoritos es Calvin, ese niño hiperactivo de "Calvin & Hobbes", de Bill Watterson. Me parece que es una buena representacion de lo que significa un niño hiperactivo, pero también quiero destacar otros detalles. En dos de sus viñetas hace sendas listas de las cosas que le gustan y que le molestan. Quizás, transcribiéndolas, se entienda mi pasión por ese rubio pequeñin.

Cosas que le molestan:
- Ketchup seco en el borde de la botella
- Migas de tostada en la mantequilla
- Plátanos podridos
- Gusanos en la acera
- Hacer gestos con los dedos para indicar comillas.

Pequeñas alegrías de la vida:
- Leer un nuevo cómic
- Acariciar un perro feliz
- Enviar una carta por correo
- Comer malvaviscos con chocolate caliente (Una especie de golosina)